Si cortar el pelo dice “cambio”, pintarlo lo grita a voces. Nadie nace con el pelo azul o rosa, así que llenarlo de colores es el escape más lógico –y feliz– a la realidad. O la manera de crear una nueva. Que levante la mano el que no pensó ni una sola vez en estos últimos meses pintarse el pelo. Quien no la levantó está –aunque sea en el inconsciente más profundo– mintiendo.
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Vaciar el clóset es un ritual de paso. Como los propósitos a final del año o las fotos borradas del celular después de las relaciones que terminan. Algo tiene sacar ropa vieja que nos reconcilia con los ciclos que se cierran, y en ese sentido, darle una segunda vida a esas prendas tiene todo el aire fresco de los nuevos comienzos.
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El consejo más barato de decoración es este: si quieres cambiar un espacio, cambia el color de la pared. La casa se volvió el experimento de los tiempos que nos tocó vivir y transformarla (o disfrazarla) de colores resultó ser la mejor manera de calmar el ánimo. Al fin y al cabo la casa es –o debería ser- nuestro espejo.
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